RELATO TRAVESTI: Erika Bullamark - Grandiosa Travesti en Valencia
Autor: moshi
Uno de los atractivos de ser atendido por Erika en una conocida agencia de Valencia es poder llegar antes para esperarla en la habitación y, mientras tanto, deleitarse con los variados gruñidos y rebuznos de los vecinos que ya están siendo atendidos por las hermosas pupilas del establecimiento.
Quizá por el recogimiento propio del día, me faltó este aliciente con lo que,después de que el empleado me diera la lata de cocacola que había pedido, me concentré en la puerta blanca de la habitación y las fotos en blanco y negro de Nueva York que empapelaban las paredes, con la única nota de color amarillo de sus típicos taxis. Y de repente, tras un breve taconeo, se abre la puerta y entra la gran Erika en reveladora epifanía. La penumbra de la estancia se ilumina. El vestido que se pega a su sacratísimo cuerpo no sólo realza las tres incomparables esferas de sus tetas y su culo sino que tiene resplandor propio: un verde fosforito por el que me siento irremediablemente atraído. Mis manos se ahuecan sobre sus pezones erguidos y mi boca empieza a salivar de gusto anticipado.
Como se trata de un primer encuentro, me veo obligado a especificarle mis peculiares maneras de gozar en estas situaciones.El vestido ya ha caído y estoy mordisqueando sus turgentes tetas mientras ella hace lo propio con las mías y me sacude la polla con energía. Y qué decir del trabuco de carne que le pende, flácido todavía, entre las piernas y pronto conseguiré poner dura y turgente, exactamente igual a como aparece en sus fotos. Hablando de ellas le pregunto dónde se tomaron esas instantáneas en pelota picada intentando parar un coche y con las que todos nos hemos pajeado más de una vez. "En una carretera de Málaga", me dice con una sonrisa. "Y sin que nadie parara ni se viera afectado en su integridad", añado yo riendo.
Le digo que quiero que me trate como a una puta cerda y la auténtica perra salida que soy en estos momentos. Un escupitajo en toda mi jeta es la prometedora respuesta. Irán lloviendo muchos más durante toda la sesión.
Le digo que sólo soy moderadamente fetichista y que prefiero que la próxima vez me reciba sin esas medias de seda color carne que ahora lleva puestas. Su piel achocolatada hace que sus bellos ojos claros queden realzados y sus bien torneadas piernas no necesitan para nada ser enfundadas. Se pone encima de mí y me amorra la chorra a la boca como ese biberón bien lleno que nunca debimos dejar en nuestra infancia. "Afloja la boca, puta". Y me la empieza a follar cual máquina desatada y sin freno. Cuando ya la tiene dura y enhiesta, me abofetea con ella las mejillas. Como sin quererlo, ya estamos enhebrados en un 69 vertiginoso que me pone la leche a punto de salir disparada desde mis cojones.
Erika estaba ya al día de mi historial trans, de cómo había sido desvirgado por Duda Guimaraes, en la misma festividad de hace once años y cómo mi ojete había sido bendecido por Leticia Bismark, Ivete Montello, Carla Ferri, Yanka Santos, Yessica del Río y tantas y tantas pollonas. "Tu tranca me da un poco de miedo", le digo. Ella sonríe con suficiencia, como la que ha oído muchas veces esas palabras en la misma situación. Se calza el condón y dice que me ponga de lado. Su polla se desliza en mi culo como si estuviera acostumbrada a hacerlo.
Suelta un gruñido y me dice: "Tienes un culo estrechito y muy caliente.Me encanta". Empiezo a guiñar el ojete para oprimirle aún más su grueso capullo, como si estuviera ordeñándolo. Ella responde con fuertes bombeos y empellones que me llevan al séptimo cielo y que van a seguir, siempre en aumento, cuando me ofrezca a ellos a cuatro patas y abierto de piernas ante ella mientras se relame de gusto.
"¿Tienes leche para darme?", le pregunto. Ella asiente con la cabeza entre jadeos.Aprovecho mi posición, abajo entre sus piernas para lamerle los huevos y el ojete, asquerosamente limpio para mi gusto.Con un breve siseo, la leche parte.Me pierdo el primer espasmo, que queda colgando en el tronco de la picha, pero no el segundo ni el tercero que van directamente a mi boca y trago como la puta cerda que soy. Está cremosita y muy dulce, como un yogur azucarado.
En la despedida de la sesión, cotilleamos sobre el mundillo trans y las tías que me caen bien y que detesto. No es amiga de asomarse por el foro, pero tiene una amiga que le mantiene informada. Le anticipo que voy a colgar este relato y el título del mismo. El encuentro ha tenido lugar hoy viernes, día en que los cristianos celebran la muerte de su dios, aunque ésta no sea la menor de las incongruencias de esa religión de esclavos, como Nietzsche gustaba de definirla.
Me hinco de rodillas ante esta Gran Diosa con cuya carne he comulgado en este día en que los beatos católicos no pueden comerla. Y no será la única vez porque va a permanecer más tiempo en nuestra ciudad. Aprovechad la ocasión, bujarrones y exquisitos sodomitas valencianos. Merece la pena
Uno de los atractivos de ser atendido por Erika en una conocida agencia de Valencia es poder llegar antes para esperarla en la habitación y, mientras tanto, deleitarse con los variados gruñidos y rebuznos de los vecinos que ya están siendo atendidos por las hermosas pupilas del establecimiento.
Quizá por el recogimiento propio del día, me faltó este aliciente con lo que,después de que el empleado me diera la lata de cocacola que había pedido, me concentré en la puerta blanca de la habitación y las fotos en blanco y negro de Nueva York que empapelaban las paredes, con la única nota de color amarillo de sus típicos taxis. Y de repente, tras un breve taconeo, se abre la puerta y entra la gran Erika en reveladora epifanía. La penumbra de la estancia se ilumina. El vestido que se pega a su sacratísimo cuerpo no sólo realza las tres incomparables esferas de sus tetas y su culo sino que tiene resplandor propio: un verde fosforito por el que me siento irremediablemente atraído. Mis manos se ahuecan sobre sus pezones erguidos y mi boca empieza a salivar de gusto anticipado.
Como se trata de un primer encuentro, me veo obligado a especificarle mis peculiares maneras de gozar en estas situaciones.El vestido ya ha caído y estoy mordisqueando sus turgentes tetas mientras ella hace lo propio con las mías y me sacude la polla con energía. Y qué decir del trabuco de carne que le pende, flácido todavía, entre las piernas y pronto conseguiré poner dura y turgente, exactamente igual a como aparece en sus fotos. Hablando de ellas le pregunto dónde se tomaron esas instantáneas en pelota picada intentando parar un coche y con las que todos nos hemos pajeado más de una vez. "En una carretera de Málaga", me dice con una sonrisa. "Y sin que nadie parara ni se viera afectado en su integridad", añado yo riendo.
Le digo que quiero que me trate como a una puta cerda y la auténtica perra salida que soy en estos momentos. Un escupitajo en toda mi jeta es la prometedora respuesta. Irán lloviendo muchos más durante toda la sesión.
Le digo que sólo soy moderadamente fetichista y que prefiero que la próxima vez me reciba sin esas medias de seda color carne que ahora lleva puestas. Su piel achocolatada hace que sus bellos ojos claros queden realzados y sus bien torneadas piernas no necesitan para nada ser enfundadas. Se pone encima de mí y me amorra la chorra a la boca como ese biberón bien lleno que nunca debimos dejar en nuestra infancia. "Afloja la boca, puta". Y me la empieza a follar cual máquina desatada y sin freno. Cuando ya la tiene dura y enhiesta, me abofetea con ella las mejillas. Como sin quererlo, ya estamos enhebrados en un 69 vertiginoso que me pone la leche a punto de salir disparada desde mis cojones.
Erika estaba ya al día de mi historial trans, de cómo había sido desvirgado por Duda Guimaraes, en la misma festividad de hace once años y cómo mi ojete había sido bendecido por Leticia Bismark, Ivete Montello, Carla Ferri, Yanka Santos, Yessica del Río y tantas y tantas pollonas. "Tu tranca me da un poco de miedo", le digo. Ella sonríe con suficiencia, como la que ha oído muchas veces esas palabras en la misma situación. Se calza el condón y dice que me ponga de lado. Su polla se desliza en mi culo como si estuviera acostumbrada a hacerlo.
Suelta un gruñido y me dice: "Tienes un culo estrechito y muy caliente.Me encanta". Empiezo a guiñar el ojete para oprimirle aún más su grueso capullo, como si estuviera ordeñándolo. Ella responde con fuertes bombeos y empellones que me llevan al séptimo cielo y que van a seguir, siempre en aumento, cuando me ofrezca a ellos a cuatro patas y abierto de piernas ante ella mientras se relame de gusto.
"¿Tienes leche para darme?", le pregunto. Ella asiente con la cabeza entre jadeos.Aprovecho mi posición, abajo entre sus piernas para lamerle los huevos y el ojete, asquerosamente limpio para mi gusto.Con un breve siseo, la leche parte.Me pierdo el primer espasmo, que queda colgando en el tronco de la picha, pero no el segundo ni el tercero que van directamente a mi boca y trago como la puta cerda que soy. Está cremosita y muy dulce, como un yogur azucarado.
En la despedida de la sesión, cotilleamos sobre el mundillo trans y las tías que me caen bien y que detesto. No es amiga de asomarse por el foro, pero tiene una amiga que le mantiene informada. Le anticipo que voy a colgar este relato y el título del mismo. El encuentro ha tenido lugar hoy viernes, día en que los cristianos celebran la muerte de su dios, aunque ésta no sea la menor de las incongruencias de esa religión de esclavos, como Nietzsche gustaba de definirla.
Me hinco de rodillas ante esta Gran Diosa con cuya carne he comulgado en este día en que los beatos católicos no pueden comerla. Y no será la única vez porque va a permanecer más tiempo en nuestra ciudad. Aprovechad la ocasión, bujarrones y exquisitos sodomitas valencianos. Merece la pena
Added on April 03, 2018 at 12:00 am