RELATO TRAVESTI: Claudia Moura, puro vicio en Palma de Mallorca
Autor : Badmotor2008
Claudia Moura era una de mis asignaturas pendientes. Una de las “clásicas” de Mallorca. Viaja pero siempre regresa a la isla. A lo mucho y bueno leído sobre ella se sumaban algunas referencias directas. El pasado verano, paseando por una céntrica calle de Palma, me quedé atrapado con el culo de una chica que caminaba unos metros por delante de mí. Al llegar al semáforo, la chica se paró. Llegué a su lado, la miré de reojo y la reconocí. Era Claudia Moura. Con ropa de calle y gafas de sol, estaba espectacular. En ese momento decidí que la llamaría, y lo hice unas semanas más tarde. Me encantó su voz y la atención que me prestó por teléfono. Quedamos un día pero la cita se frustró. A finales de diciembre hubo un segundo intento que tampoco fructificó. Tuve que cancelar la cita por motivos laborales. Pasadas las navidades era el momento de solucionarlo. Quedamos el segundo lunes de enero al final de la mañana, mediodía más bien.
Conozco el piso. He estado allí con varias escorts trans. Salgo del ascensor, espero unos instantes y se abre la puerta. Claudia me invita a entrar. Me da dos besos y me regala una sonrisa. Está prácticamente desnuda. Lleva únicamente tanga y taconazos. Sus preciosos pechos a la vista. No esperaba un recibimiento así. Me sorprende y me gusta. Su cuerpo, espectacular. Claudia es una chica que se cuida y se nota. No es una chavala de veinte años pero está impresionante. Las fotos de sus anuncios lo dejan claro. Incluso emplea fotos caseras en alguno de ellos. Su exótico rostro y las proporciones de su cuerpo hacen que pase por chica bio. Cuida cada detalle: lentillas azules en sus ojos, maquillaje, pendientes de aro, manicura impecable en manos y pies de color granate intenso, próximo al negro.
Me acompaña al cuarto, demasiado oscuro para mi gusto. Al anular la iluminación natural cuesta contemplar la belleza de la chica. Me pregunta por el tiempo que estaré. “Una hora”... contesto. Pago y sale un momento del cuarto para hacer una llamada. No estará pendiente del móvil en el tiempo que pasaremos juntos. Podría haber ido al baño en ese momento pero venía limpio de casa, así que espero en el cuarto su regreso.
Claudia es todo simpatía. Habla mucho y es una chica divertida. Te sientes cómodo a su lado. Nos sentamos en el borde de la cama y charlamos sobre un par de anécdotas. Le hablo del día que la vi caminando por la calle unos meses atrás. También le digo que me han hablado bien de ella varias personas. Entre ellas, una buena amiga suya con la que estuve en ese mismo piso. Estupenda forera, por cierto. Me desvisto y quedo en calzoncillos. Ella solo lleva puesto el tanga. Me pregunta sobre lo que espero de la cita. “Me gustaría que fueras un poco mala”... respondo. “Tienes libertad para hacer lo que quieras”... añado. Asiente y entiende. “¿Te gusta lo que ves?”... dice mientras coge sus pechos con sus manos. “Mucho”... respondo. Nos desnudamos del todo y juntamos nuestros cuerpos. Empiezo tocando sus firmes pechos. Lamo sus protuberantes pezones. Me recreo con el izquierdo. Había hecho los deberes y sabía que es uno de sus puntos erógenos. Mientras lo hago, ella gime y se masturba. En cuanto miro hacia abajo, veo que está empalmada. ¡¡Menuda polla!! Buena longitud, sección constante y curvada hacia un lado. Me llama la atención el tono oscuro de su polla, el mismo que hay en sus pezones y aureolas. Ella me masturba a mi y yo a ella. Me señala hacia abajo y me dice lo mucho que le gusta que se la coman. Sin dudarlo, agacho mi cabeza y la introduzco en mi boca, confirmando todas mis intuiciones. Es bastante gruesa. Me la trago completamente y me siento lleno. Me atraganto en alguna ocasión, incluso. Claudia lleva el mando. Me folla la boca a buen ritmo, sacándola solo para darme pollazos en la cara. Gime y suelta guarradas. Después, deja que sea yo quien coma polla a mi aire. Eso sí, cuando la saco de mi boca para tomarme un respiro, ella escupe en su polla o en mi boca. Pellizco sus pezones con la intención de calentarla más. Claudia no deja de mirarme. Su lengua sale de su boca y recorre sus labios. Entiendo que quiere besos y me aproximo. Nuestros labios se tocan y alejan repetidamente. Más que besos lo que nos damos son pequeños mordiscos. La lengua de Claudia es juguetona, como ella. Finalmente, nuestras lenguas se entrelazan y nos besamos con pasión, como nunca antes he hecho con una escort. No busco besos en el sexo de pago pero con Claudia ocurrió. Yo tanteé y ella respondió. Nuestros miembros siguen en todo lo alto. Es excitante sentir el contacto de su polla tocando a la mía. Las junto. Claudia las agarra y pajea al mismo tiempo. La tensión sexual va en aumento.
Nos tumbamos de lado sobre la cama para iniciar un 69. Tras otro rato de tragar polla, mi lengua viaja hasta su culo para saborear su agujerito. “Me vuelve loca que me coman el culo”... dice entonces. No veo la cara de Claudia pero siento mi polla entre sus labios. Mientras tanto, mi lengua continúa trabajando su culo. Introduzco también un dedo pero a ella no le entusiasma la idea. “Cómeme el culo, quiero lengua”... me dice. Vuelvo a lamer y ella a gemir. Me come la polla con tantas ganas que tengo que pedirle una pausa para no correrme. Ella me dice que le pasa lo mismo. Tras la pausa, retomamos el tema y le digo que no toque mi polla en un ratillo. No quiero acabar antes de hora. Me tumbo boca arriba y Claudia coloca su culo sobre mi cara, dándome la espalda. Quiere más beso negro y yo encantado de dárselo.
"¿Quieres que te folle?"... me pregunta entonces. “Claro. Es lo que más deseo ahora mismo”. La mirada de Claudia se ilumina mientras coge condones y lubricante. Se está hormonando, me lo ha dicho, pero su polla no baja nunca. Coloca un cojín en bajo mi espalda y prepara el asalto. “Ahora verás”... me dice mientras se calza un condón. Lubrica, frota su polla con mi culo y empieza a empujar. No logra penentrar. Mi culo está cerrado y los meses sin visitas traseras se notan. Además, la polla de Claudia es gruesa desde la misma cabeza. Sale unos segundos y me pide que me relaje. Comienza a masturbarme y retoma su ataque. Esta vez, empujando con más decisión. Siento dolor, pero me da igual. Le digo que empuje más fuerte. De repente, entra de golpe, como si esa especie de tope se hubiera vencido. Me la he tragado enterita. Permanece unos instantes quieta, sin moverse. Tras unos segundos, vuelve a pajearme con su mano derecha y empieza el bamboleo. El dolor inicial desaparece y pido más caña. Claudia se anima subiendo el ritmo de sus embestidas. Es una gozada contemplar el rostro de Claudia cuando te folla. Saca su lengua. Recorre sus labios con ella. Bombea al tiempo que te pajea. Me encanta el balaceo de sus senos al follarme.
Sale para cambiarse el condón y comprobar que todo está en orden. Antes de seguir, acerca su rica polla hasta mi boca y me la mete hasta los huevos. “Me encanta este culito y me lo voy a follar”... escucho mientras prepara un nuevo ataque. Esta vez, entra sin problemas. Mi culo es suyo. Embiste con fuerza desde el principio, golpeando sus caderas contra mis nalgas. Levanta mis piernas y sube el ritmo. “Toma, toma, toma”... grita mientras me encula. Se inclina hacia delante y escupe en mi boca. Sus labios se acercan a mis pezones. Besa, muerde y estira. Pasa de un pezón a otro, empleando sus dientes antes del cambio. Mi polla palpita en su mano derecha y Claudia se percata del placer que provocan sus mordiscos. Chillo cuando sus dientes presionan, pero pido más. Me encanta ese punto de dolor en mis pezones. Sé que a ella también le pone este juego y pellizco sus pezones con mis dedos. Son preciosos, bien duritos y apuntando siempre al cielo.
Claudia vuelve a salir. Está acalorada de tanto empujar. Se recoge el pelo y se quita el condón. Me masturba con ímpetu y frota la cabeza de su polla con mi culo. Juega con él sin llegar a entrar. Coge ambas pollas y las agita al mismo tiempo. Podría acabar así, pero es en ese momento cuando Claudia me pregunta... “¿Qué quieres ahora?”. Lo pienso unos segundos y pido que me folle más. Lo hace tan bien que no veo mejor respuesta. Se acerca a mi oído y susurra... “Te la meteré hasta los huevos. Ahora verás”. Enfunda, entra y empieza con sacudidas fuertes. Sigo en la misma posición y me encanta. Tumbado, viendo su cara de vicio mientras me folla. Pajea, escupe en mi boca y suelta guarradas. Se chupa los dedos mientras bombea. Estoy muy caliente y sé que no duraré mucho. En cuanto se lo digo, ella sube el ritmo. Agita mi polla con fuerza y siento que llega el final. Convulsiones y semen en todas direcciones mientras Claudia sigue taladrando. Su mano me pajea para extraer toda mi leche. El orgasmo con su polla en mi culo es bestial. Tras recuperarme, sale de mí y nos limpiamos. Sobre todo yo, que tengo el pecho perdido. Me ofrece una ducha, que acepto. Me acerca una toalla y me acompaña hasta el baño. Pequeña charla final y para casa.
Me gusta esta chica porque es todo contraste. En el sexo, dulce y viciosa. Cuando acerca sus labios, a veces da besos, a veces escupe. Su físico, todo feminidad pero con una dotación imponente. Claudia es sensualidad y fuego. Ha conseguido ponérmela dura todo el rato que hemos pasado juntos. Nada fácil cuando te están follando con un pollón como el suyo. Abandono el piso con la convicción de que volveremos a vernos. Muy recomendable.
Claudia Moura era una de mis asignaturas pendientes. Una de las “clásicas” de Mallorca. Viaja pero siempre regresa a la isla. A lo mucho y bueno leído sobre ella se sumaban algunas referencias directas. El pasado verano, paseando por una céntrica calle de Palma, me quedé atrapado con el culo de una chica que caminaba unos metros por delante de mí. Al llegar al semáforo, la chica se paró. Llegué a su lado, la miré de reojo y la reconocí. Era Claudia Moura. Con ropa de calle y gafas de sol, estaba espectacular. En ese momento decidí que la llamaría, y lo hice unas semanas más tarde. Me encantó su voz y la atención que me prestó por teléfono. Quedamos un día pero la cita se frustró. A finales de diciembre hubo un segundo intento que tampoco fructificó. Tuve que cancelar la cita por motivos laborales. Pasadas las navidades era el momento de solucionarlo. Quedamos el segundo lunes de enero al final de la mañana, mediodía más bien.
Conozco el piso. He estado allí con varias escorts trans. Salgo del ascensor, espero unos instantes y se abre la puerta. Claudia me invita a entrar. Me da dos besos y me regala una sonrisa. Está prácticamente desnuda. Lleva únicamente tanga y taconazos. Sus preciosos pechos a la vista. No esperaba un recibimiento así. Me sorprende y me gusta. Su cuerpo, espectacular. Claudia es una chica que se cuida y se nota. No es una chavala de veinte años pero está impresionante. Las fotos de sus anuncios lo dejan claro. Incluso emplea fotos caseras en alguno de ellos. Su exótico rostro y las proporciones de su cuerpo hacen que pase por chica bio. Cuida cada detalle: lentillas azules en sus ojos, maquillaje, pendientes de aro, manicura impecable en manos y pies de color granate intenso, próximo al negro.
Me acompaña al cuarto, demasiado oscuro para mi gusto. Al anular la iluminación natural cuesta contemplar la belleza de la chica. Me pregunta por el tiempo que estaré. “Una hora”... contesto. Pago y sale un momento del cuarto para hacer una llamada. No estará pendiente del móvil en el tiempo que pasaremos juntos. Podría haber ido al baño en ese momento pero venía limpio de casa, así que espero en el cuarto su regreso.
Claudia es todo simpatía. Habla mucho y es una chica divertida. Te sientes cómodo a su lado. Nos sentamos en el borde de la cama y charlamos sobre un par de anécdotas. Le hablo del día que la vi caminando por la calle unos meses atrás. También le digo que me han hablado bien de ella varias personas. Entre ellas, una buena amiga suya con la que estuve en ese mismo piso. Estupenda forera, por cierto. Me desvisto y quedo en calzoncillos. Ella solo lleva puesto el tanga. Me pregunta sobre lo que espero de la cita. “Me gustaría que fueras un poco mala”... respondo. “Tienes libertad para hacer lo que quieras”... añado. Asiente y entiende. “¿Te gusta lo que ves?”... dice mientras coge sus pechos con sus manos. “Mucho”... respondo. Nos desnudamos del todo y juntamos nuestros cuerpos. Empiezo tocando sus firmes pechos. Lamo sus protuberantes pezones. Me recreo con el izquierdo. Había hecho los deberes y sabía que es uno de sus puntos erógenos. Mientras lo hago, ella gime y se masturba. En cuanto miro hacia abajo, veo que está empalmada. ¡¡Menuda polla!! Buena longitud, sección constante y curvada hacia un lado. Me llama la atención el tono oscuro de su polla, el mismo que hay en sus pezones y aureolas. Ella me masturba a mi y yo a ella. Me señala hacia abajo y me dice lo mucho que le gusta que se la coman. Sin dudarlo, agacho mi cabeza y la introduzco en mi boca, confirmando todas mis intuiciones. Es bastante gruesa. Me la trago completamente y me siento lleno. Me atraganto en alguna ocasión, incluso. Claudia lleva el mando. Me folla la boca a buen ritmo, sacándola solo para darme pollazos en la cara. Gime y suelta guarradas. Después, deja que sea yo quien coma polla a mi aire. Eso sí, cuando la saco de mi boca para tomarme un respiro, ella escupe en su polla o en mi boca. Pellizco sus pezones con la intención de calentarla más. Claudia no deja de mirarme. Su lengua sale de su boca y recorre sus labios. Entiendo que quiere besos y me aproximo. Nuestros labios se tocan y alejan repetidamente. Más que besos lo que nos damos son pequeños mordiscos. La lengua de Claudia es juguetona, como ella. Finalmente, nuestras lenguas se entrelazan y nos besamos con pasión, como nunca antes he hecho con una escort. No busco besos en el sexo de pago pero con Claudia ocurrió. Yo tanteé y ella respondió. Nuestros miembros siguen en todo lo alto. Es excitante sentir el contacto de su polla tocando a la mía. Las junto. Claudia las agarra y pajea al mismo tiempo. La tensión sexual va en aumento.
Nos tumbamos de lado sobre la cama para iniciar un 69. Tras otro rato de tragar polla, mi lengua viaja hasta su culo para saborear su agujerito. “Me vuelve loca que me coman el culo”... dice entonces. No veo la cara de Claudia pero siento mi polla entre sus labios. Mientras tanto, mi lengua continúa trabajando su culo. Introduzco también un dedo pero a ella no le entusiasma la idea. “Cómeme el culo, quiero lengua”... me dice. Vuelvo a lamer y ella a gemir. Me come la polla con tantas ganas que tengo que pedirle una pausa para no correrme. Ella me dice que le pasa lo mismo. Tras la pausa, retomamos el tema y le digo que no toque mi polla en un ratillo. No quiero acabar antes de hora. Me tumbo boca arriba y Claudia coloca su culo sobre mi cara, dándome la espalda. Quiere más beso negro y yo encantado de dárselo.
"¿Quieres que te folle?"... me pregunta entonces. “Claro. Es lo que más deseo ahora mismo”. La mirada de Claudia se ilumina mientras coge condones y lubricante. Se está hormonando, me lo ha dicho, pero su polla no baja nunca. Coloca un cojín en bajo mi espalda y prepara el asalto. “Ahora verás”... me dice mientras se calza un condón. Lubrica, frota su polla con mi culo y empieza a empujar. No logra penentrar. Mi culo está cerrado y los meses sin visitas traseras se notan. Además, la polla de Claudia es gruesa desde la misma cabeza. Sale unos segundos y me pide que me relaje. Comienza a masturbarme y retoma su ataque. Esta vez, empujando con más decisión. Siento dolor, pero me da igual. Le digo que empuje más fuerte. De repente, entra de golpe, como si esa especie de tope se hubiera vencido. Me la he tragado enterita. Permanece unos instantes quieta, sin moverse. Tras unos segundos, vuelve a pajearme con su mano derecha y empieza el bamboleo. El dolor inicial desaparece y pido más caña. Claudia se anima subiendo el ritmo de sus embestidas. Es una gozada contemplar el rostro de Claudia cuando te folla. Saca su lengua. Recorre sus labios con ella. Bombea al tiempo que te pajea. Me encanta el balaceo de sus senos al follarme.
Sale para cambiarse el condón y comprobar que todo está en orden. Antes de seguir, acerca su rica polla hasta mi boca y me la mete hasta los huevos. “Me encanta este culito y me lo voy a follar”... escucho mientras prepara un nuevo ataque. Esta vez, entra sin problemas. Mi culo es suyo. Embiste con fuerza desde el principio, golpeando sus caderas contra mis nalgas. Levanta mis piernas y sube el ritmo. “Toma, toma, toma”... grita mientras me encula. Se inclina hacia delante y escupe en mi boca. Sus labios se acercan a mis pezones. Besa, muerde y estira. Pasa de un pezón a otro, empleando sus dientes antes del cambio. Mi polla palpita en su mano derecha y Claudia se percata del placer que provocan sus mordiscos. Chillo cuando sus dientes presionan, pero pido más. Me encanta ese punto de dolor en mis pezones. Sé que a ella también le pone este juego y pellizco sus pezones con mis dedos. Son preciosos, bien duritos y apuntando siempre al cielo.
Claudia vuelve a salir. Está acalorada de tanto empujar. Se recoge el pelo y se quita el condón. Me masturba con ímpetu y frota la cabeza de su polla con mi culo. Juega con él sin llegar a entrar. Coge ambas pollas y las agita al mismo tiempo. Podría acabar así, pero es en ese momento cuando Claudia me pregunta... “¿Qué quieres ahora?”. Lo pienso unos segundos y pido que me folle más. Lo hace tan bien que no veo mejor respuesta. Se acerca a mi oído y susurra... “Te la meteré hasta los huevos. Ahora verás”. Enfunda, entra y empieza con sacudidas fuertes. Sigo en la misma posición y me encanta. Tumbado, viendo su cara de vicio mientras me folla. Pajea, escupe en mi boca y suelta guarradas. Se chupa los dedos mientras bombea. Estoy muy caliente y sé que no duraré mucho. En cuanto se lo digo, ella sube el ritmo. Agita mi polla con fuerza y siento que llega el final. Convulsiones y semen en todas direcciones mientras Claudia sigue taladrando. Su mano me pajea para extraer toda mi leche. El orgasmo con su polla en mi culo es bestial. Tras recuperarme, sale de mí y nos limpiamos. Sobre todo yo, que tengo el pecho perdido. Me ofrece una ducha, que acepto. Me acerca una toalla y me acompaña hasta el baño. Pequeña charla final y para casa.
Me gusta esta chica porque es todo contraste. En el sexo, dulce y viciosa. Cuando acerca sus labios, a veces da besos, a veces escupe. Su físico, todo feminidad pero con una dotación imponente. Claudia es sensualidad y fuego. Ha conseguido ponérmela dura todo el rato que hemos pasado juntos. Nada fácil cuando te están follando con un pollón como el suyo. Abandono el piso con la convicción de que volveremos a vernos. Muy recomendable.
Added on October 27, 2015 at 12:00 am