RELATO TRAVESTI: Byanca Carvalho - activaza, lechera y dominante en Palma de Mallorca
Autor: Badmotor2008
Activaza, lechera y dominante. Así se presenta en alguno de sus anuncios. Lo es y mucho. Las tres cosas, además. Vayamos por partes. El pasado verano tuvo lugar mi primera sesión con Byanca Carvalho. Aquel día me convirtió en su putita. Se hacía necesario un segundo encuentro que lo confirmara y, al mismo tiempo, puliera algunos detalles que no funcionaron al 100% en aquella ocasión.
Medio año más tarde, Byanca vuelve a Mallorca. Aunque no sea verano, la isla siempre resulta atractiva.
Decido regalarme una sesión de dominación con Byanca. Tras barajar varias opciones, concertamos la cita para el segundo sábado de enero. A media mañana. Me apetece ser su primer cliente del día.
Ella recibe en el piso donde ya estuvo en verano. Centro de Palma, zona de ensanche. Buena finca. Salgo del ascensor y encuentro la puerta del piso entreabierta. La empujo y me encuentro a una Byanca preparada para dar guerra. Está de pie, y lleva puesto el espectacular mono de látex negro que luce en sus fotos. Por encima de éste, un corpiño de cintura en el mismo color. Botas altas. También negras. Pelo suelto. Labios en rojo intenso. Uñas largas. Sin pintar esta vez. Eso sí, las lleva arregladas con sus puntas cuadradas. En la conversación del final me dirá que se las quiere hacer a la moda, con sus puntas afiladas para poder arañar a sus putitas. Volviendo a la escena, me acerco hasta ella con la intención de besarla y me escupe en la boca. Uuummm... empezamos bien. El mono de látex queda abierto en su entrepierna.
Byanca aguanta su polla con su mano, manteniéndola tiesa con suaves movimientos. Veo que hay un látigo de tiras de cuero a su lado. La estampa me excita, pero también me asusta. Aún recuerdo los apuros que pasé aquel caluroso día de verano. “Al suelo”... primera orden. Desabrocho mi chaqueta y me arrodillo. Seguimos en el recibidor del piso, pegados a la puerta de entrada. Conduce su polla hasta mi boca -ya abierta- y la mete dentro.
Agarra mi cabeza y empieza a follarme con furia. Siento mis primeros pinchazos en el fondo de mi garganta. Y se trata solo del recibimiento. La saca y me lleva hasta el dormitorio. Yo voy delante y ella me indica el camino. Final del pasillo a la derecha. Según caminamos, me azota en el culo con el látigo. Por cierto, el piso está bien montado.
Ausencia de luz natural en el cuarto. La iluminación artificial, lograda y confortable. Cama grande en el centro con zonas despejadas a ambos lados. El dormitorio es grande. Espejo vertical en una de las paredes y pantalla plana colgada del techo. La televisión está apagada. Lo que hay es música de fondo. Ambiente agradable. Dormitorio limpio y ordenado, como el resto del piso. “Desnúdate”... segunda orden. Tras quitarme toda la ropa, me acerco hasta ella. Coge un collar de perro y lo ajusta a mi cuello. Tira de la cadena y me muerde los labios. Me da un morreo intenso. Con lengua. Las cosas con Byanca son así de imprevisibles. Nunca sabes si te besará o te escupirá. Deja el rojo de su pintalabios esparcido en mi cara, como luego veré.
Me hace agachar. Quiere tenerme a sus pies. Ella tira de la cadena, marcando el camino, y yo me desplazo a cuatro patas al ritmo que marcan sus tacones. Me lleva a un lado de la cama, junto al espejo vertical. Está derecha, dándome la espalda. El mono negro deja su espectacular culo a la vista. Redondo, saliente y bien arriba. Poco a poco, inclina su espalda hacia delante. No dice nada. Simplemente, me ofrece su culo. Pongo mis manos en sus glúteos y separo. Su volumen obliga a hacerlo con decisión. Clavo mi lengua en su rajita y la recorro. Busco su agujero. Lo encuentro y meto la punta de mi lengua. A base de presión, voy dilatando su esfínter. Saboreo. Disfruto dando placer. Ella gime y se masturba. Me como sus huevos momentáneamente pero vuelvo a su agujero. Rico, rico.
Se da la vuelta y me hace abrir la boca. Pollón duro directo a mi garganta. Embestidas violentas al tiempo que empuja mi cabeza en sentido contrario. Más pinchazos en mi garganta. “Ponte un poco más hacia atrás”... escucho. Estoy de rodillas. Me desplazo hacia atrás hasta que mi espalda contacta con el borde de la cama. Su polla está durísima. Larga, gorda y con su característica curvita a izquierdas. Sigue follándome la boca. A lo bestia. Y no puedo retroceder.
Intento alejarla empujando sus muslos, pero Byanca no me deja. Es más, mi resistencia parece ponerla más cachonda. Me folla con más fuerza. Si se trata de una demostración de poder, está claro que salgo derrotado.
“Al suelo. A cuatro patas”... me dice. Tira de la correa y me lleva hasta el baño. En plan perrito. Una vez allí, hace que me meta en la bañera. En ese momento, se da cuenta de que ha olvidado su móvil. Sale a por él. Quiere sacarme fotos. Se queda de pie junto al borde de la bañera. Su polla en estado semi-erecto. Sin necesidad de tocarla, mantiene una posición horizontal. Veo su cara de vicio justo antes de proyectar su chorro caliente contra mi cara. Abro bien la boca y empiezo a tragar. Su lluvia es deliciosa. Con su puntito salado. El chorro es intenso. Trago todo lo rápido que puedo, pero no basta. Parte de su meada, escapa de mis labios y acaba resbalando por mi cuello. Recibir su lluvia ataviada en plan dominatrix es un morbazo. Ella inmortaliza la escena y yo voy con todo el cuidado del mundo evitando correrme. Su meada es copiosa, alargando así el placentero momento.
En la charla posterior, me confesará que se había preparado a conciencia. Dirige el chorro a mi cabeza. A mi torso. Acabo completamente empapado. Cuando la fuente deja de brotar, meto su polla en mi boca para exprimir sus últimas gotas. Cierra la cortina de la bañera para que me duche y sale del baño.
Me limpio bien, enjuague bucal y vuelvo al cuarto.
En cuanto llego, Byanca retira la toalla que cubre mi cintura y empieza a meterme mano. Me pone de rodillas y me lleva al lateral de la cama. Quiere follarme la boca mientras yo me miro en el espejo. Empiezo a comer polla pero eso no va con Byanca. Sujeta mi cabeza y empieza su taladreo.
Mis labios, aún entumecidos por la follada de boca anterior, sienten el deslizar de su tronco al entrar y salir. Mi garganta sufre justo cuando sus huevos tocan mis labios. Saca más fotos de la escena. “Túmbate boca arriba en el centro de la cama”... me dice. Lo hago y ella se coloca en la posición del 69. “Ahora verás qué rico”... escucho. Suena bien. Byanca me la come y el placer es brutal.
Yo hago lo mismo. Al tener su cuerpo sobre el mío, la postura me deja indefenso. Obviamente, aparece su lado dominante. Yo pensaba que ya había conquistado el fondo de mi garganta, y no era así. Empuja y empuja hasta alcanzar más profundidad. Arcadas, lagrimeo y serios problemas para respirar. Me encanta el 69 pero así no puedo. Me ahogo. Byanca se da cuenta y saca su pollón embadurnado en saliva. Mantenemos la misma postura. Vuelvo a degustar su agujero mientras sus dedos empiezan a entrar y salir de mi culo.
“Pon tu cabeza en el borde de la cama”... me suelta. Obedezco. Llega el momento de su marca. Me excita y me asusta a partes iguales. Ella se incorpora colocándose detrás de mi cabeza. Las vistas me encantan.
Me como sus pelotas tratando de ganar tiempo. Pero no hay nada que hacer. “Abre bien, puta”... me suelta. Entra limpiamente hasta el fondo y empieza a contar. Cada sacudida viene acompañada de un pinchazo en mi garganta. Al llegar a 10, empiezo a sentirme apurado. Hago gestos con mis manos pero Byanca me ignora. Agarra mis muñecas y apoya mis brazos sobre el colchón. Intento zafarme, pero no puedo. Ella sujeta con firmeza y sigue contando. Me siento violado y la sensación me mola. Cuando estamos en 20, los apuros ya son serios. Entre la profundidad de su follada y el grosor de su polla, no hay manera de respirar. Intento chillar, pero su polla me tapa la boca. Ella sigue contando. Consigo liberar una de mis manos y le indico que ya está. Al final, mi marca queda en 27 embestidas consecutivas. No está mal, aunque lejos de los registros de alguno de sus clientes.
“Como te has portado bien, ahora te haré un masajito”... me dice. Me tumba boca abajo colocando un cojín en mi vientre. “Así, con el culito para arriba”... añade. Algo me dice que el masajito no será tal. Miro de reojo como se enfunda y lubrica. Intento relajarme. Se tumba sobre mi espalda y pasea su pollón por mi retaguardia. Siento toda su dureza. Cuando su punta encuentra mi agujero, deja de pasear. Empuja y logra abrir mi ojete. Entra cuidadosamente, muy poco a poco. Pero noto cierta molestia. Me quejo. Ella me tranquiliza susurrándome al oído. Tiene ganas de follarse mi culo y nada lo impedirá. Sigue presionando y entra un poco más. Dolor. “Relájate, que solo quedan tres dedos”... escucho. Cambia ligeramente su posición, empuja de nuevo y conquista mi culo. “Ya está. Toda dentro”... me dice. La sensación que tengo es la de estar completamente relleno. Aunque me duele, me da morbo verme así. Enculado en postura de entrega total. Empieza a follarme, con suavidad. En cuanto empiezo a gemir, sube el ritmo. Chillo. Byanca suaviza sus movimientos. Pero enseguida vuelve a embestir con fuerza. Quiere darme con ganas y se va conteniendo. Suave un rato. Potente otro. Los cambios de ritmo son bruscos. Como si quisiera hacerme chillar. Y lo consigue.
“Ponte a cuatro patas”... ordena. Su barra sigue bien dura. Me voy al borde de la cama y me la clava otra vez desde atrás. Está un rato dándome de pie. Sin miramientos, follándome a saco. Juega con el ritmo. No hay duda, cuando me hace chiilar, se crece. Sube sus rodillas en la cama sin sacármela. Me coloca medio girado y así logra encularme con mayor profundidad. “Ahora boca arriba” ... escucho. Obedezco. Agarra su polla, golpeando una y otra vez en mi culo. ¡Qué dureza! Cojín en mis lumbares, piernas en alto y me la clava. Siguen sus cambios de ritmo. Suave un rato. Bestia otro. Sale y comprueba que todo está en orden. Juega a meter la puntita unos centímetros y la saca. Deja caer saliva en mi culo desde arriba. Lo reparte con sus dedos, apunta y entra. Un poco más cada vez. Así está un rato, jugando con mi culo. De repente, me la clava hasta el fondo. Grito. Y ella más cachonda. Sacudidas potentes antes de abandonar la postura.
Se tumba en la cama. Quiere que me folle el culo mirando hacia ella. Pongo mis manos sobre el látex de sus muslos y me elevo hasta alcanzar la altura de su pollón. Me dejo caer. Subo y bajo. Solo siento placer. Parece que su barra no llega tan lejos en esta postura. Además, su manera de follar ha dejado mi culo bien dilatado. Ella escupe en su mano y me masturba. Recupero el empalme perdido con sus potentes embestidas. Me encanta. Tengo incluso que pedir que suelte mi polla. No quiero acabar aún. Me agarra por la cintura y me folla. A lo bestia. Da igual que yo esté encima. Subo y bajo al ritmo de sus sacudidas. “¿Quieres mi lechita?”... pregunta de manera retórica. Asiento con la cabeza. Dejo de estar atravesado por su barra y Byanca se quita el condón para cascársela. Movimientos rápidos y seguidos. Sigue tumbada. Yo acerco mi cara a su polla mientras me masturbo. Gime cada vez más. Su mirada se transforma. Y su leche empieza a brotar. Se me escapa el primer chorro, pero no el segundo. Ya tengo su polla entre mis labios. Siento calorcito dentro de mi boca. Y un sabor ligeramente amargo. Trago y la sensación de calor llega a mi garganta. Nuevos espasmos y más leche. Me encanta. Pese al morbazo de la escena, no me corro. Golpeo mi polla contra la suya, aún tiesa tras su orgasmo. Las masturbo simultáneamente.
“No me he corrido”... digo. “Creo que necesito ayuda”... añado. Sé que mis palabras activarán a Byanca. Y así es. Lo que no sé es con qué me sorprenderá. Se incorpora y se coloca de rodillas junto a mi cabeza. Yo estoy tumbado boca arriba. “Abre la boca”... ordena. Deja caer saliva desde lo alto. Trago. Introduce su polla en mi boca. Aún erecta, aunque parezca increíble. Sus manos en mi mandíbula presionan para que mantenga la boca cerrada. Byanca permanece quieta, no me folla la boca. Yo me masturbo. No dice nada. De repente, siento calor en mi boca. La consistencia es más líquida que la que acabo de tragar. Me está meando. Toda su lluvia directa a mi boca. Voy tragando para evitar que el preciado líquido escape por la comisura de mis labios. “No pararé hasta que te corras. Tengo mucha lluvia guardada para ti”... me suelta. La excitación es tal que acabo explotando. El orgasmo es intenso. Nunca antes me había corrido así. Quedo temblando. Byanca no deja de mear hasta que acabo. Es cierto que tenía mucha lluvia guardada. Pero la cosa no acaba ahí. Byanca recoge la leche que impregna mi pecho con y me hace abrir la boca. “Venga, trágate tu propia leche, putita”. Limpio sus dedos con mi lengua, añadiendo un nuevo sabor a mis papilas gustativas. Morbo y vicio hasta el final.
Acaba la sesión. Me limpio con papel que ella misma me acerca. Interesante charla en la cama. Pido permiso para darme otra ducha. A mi regreso, pago el estupendo servicio recibido. Mientras me visto, seguimos hablando. Byanca sigue cachonda. Me muestra su barra, bien dura entre sus manos. “¿Puedo follarte otra vez? Me encanta tu culito”... escucho. Yo estoy ya vestido, a punto de marcharme. “Sin quitarte la ropa. Bájate el pantalón y te follo como si estuviéramos en la calle”... añade. ¡¡Qué morbazo!!... pienso yo. Obviamente, no me puedo resistir. Me bajo el pantalón y ella se calza un nuevo condón. Estoy de pie, esperando indicaciones. Se pone detrás de mi y empuja mi espalda hacia delante. “Uuummm, así. Levanta ese culito”... escucho. Pone sus manos en mis caderas y me penetra. Mueve su cuerpo en busca de acople y, al lograrlo, sacude con fuerza. La escena tiene el morbo de parecer una violación. Me da un rato por detrás y la saca. Se contiene. Me acompaña hasta la puerta del piso. “Antes de irte, una última folladita de boca. Para que te vayas con buen sabor de boca”... me suelta. Me arrodillo y me la clava por enésima vez. Me folla la boca con profundidad, sujetando mi cabeza con sus manos. Se despide de mí. Pico en mis labios y salgo de su piso. Bien follado, como podéis comprobar.
Added on April 27, 2016 at 12:00 am