RELATO TRAVESTI: Rosana Migler Sabrosa Eden Trans, en la zona de Cánovas de Valencia.
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Autor: maciste
No soy amigo de visitar esos pisos en donde hay varias chicas ejerciendo, te recibe una alcahueta y cuando mejor estás ya te golpean la puerta avisándote de que el tema llega a su final. Pero mi calentura fisiológica me hizo detenerme en el portal de Eden Trans, en la zona de Cánovas de Valencia. Tenía cita en el dentista e iba con tiempo, así que bien podría mitigar esa calentura un ratito con la refrescante lengua de una dulce trans. Así que me decido, subo al lupanar, me recibe la empleada de turno, por cierto una travesti bastante simpática y atractiva, y tras guiarme a una sencilla pero confortable y limpia habitación, me enseña el catálogo de chicas disponibles. Estuve a punto de proponer como elegida a la misma lady que me atendía, pero al visionar la foto de una tal Rosana, raudamente ejercité la opción por este bellezón.
Al poco rato entra en el habitáculo un pedazo de shemale, alta, guapa, risueña, en tanga, con taconazos, y hablándome un meloso portuñol con claro acento bahiano (en Salvador de Bahía he estado seis veces, así que soy capaz de distinguir ese suave timbre de voz que sólo puede emitir una sabrosa minina bahiana). Tras las presentaciones que exigen los cánones de la cortesía, comenzamos a besarnos como dos enamorados en su primera cita. Aún noto la fragancia de su aliento, el frescor de su boca, el sabor de su saliva, el jugueteo de su lengua enredada con la mía en una pugna por antes acanzar la campanilla del otro. La profundidad de su beso me excitaba, con lo que mi falo empezó a crecer. Sólo me cubrían los boxers, ya a punto de dar de sí.
La garota percibe mi erección, y cual gatinha retozando se desliza por mi torso, hasta acoplarse en mis parte pudentas, y con mi pene asomando sobre el algodón de los calvin kleine. Noto ligeros golpecillos de su lengua sobre mi glande, hasta que su sensual boca comienza a succionar mi verga, tragándosela con fruiccón, como una niña fagotiza un chupa chups. Me chupaba maravillosamente, pero yo también deseaba corresponderla con idéntico trato, por lo que le desabrocho el sujetador, beso y mimo sus pezones, sendas cimas sobre dos voluptuosos y redondos montículos, y le arranco la braguita de un certero tirón, que oculta un precioso regalo, no muy grande, pero sí muy tentador a la vista, esponjoso al tacto y suculento al gusto. Me entrego a mamarle la polla, ella excitada gime, le aumenta paulatinamente el tamaño del pene, incluso expulsa algo de líquido preseminal, que primero cuelga de su puntita, y después de mi barbilla como un hilillo fino casi invisible.
Hacemos un 69, postura que me traslada a otra dimensión, que me permite dar y recibir placer al unísono, le como los testículos, que me saben a miel, restriego mi lengua en su peritoneo, y finalmente la deslizo hacia su ano, auténtico chocolate blanco. Estoy ya al límite.
Rosana se tumba en el lecho mirándome a los ojos, ella los tiene verdes, preciosos, son dos flamas ardientes que me observan y se clavan en mi mirada. Asciendo sobre ella, y coloco mi potente trabuco entre sus enormes senos. Me dedica una cubana mejor que la de cuaquier habanera, y a la vez me introduce su índex en mi ano, que a medida que lo recibe se dilata. Qué sensación más lujuriosa y placentera, sus cántaros apretando mi protuberancia masculina, mientras que con su tacto me acaricia el sieso. No puedo más y suelto un chorreón de leche que se derrama sobre esos monumentales pechos, salpicando su delicioso rostro, mientras me contorsiono con mueca de éxtasis.
Fabulosa experiencia, aunque algo corta, ora por el deseo y ardor que me embriagaba, ora porque ya llegaba tarde al dentista. Eso sí, os aseguro que llegué a mi cita médica relajado y sin mala leche. Me pregunto si la odontóloga al abrir mi cavidad bucal pudo o no percibir el olor de la polla de mi gustosa bahiana, quizás, pues me preguntó qué dentífrico utilizaba.
He estado una decena de veces en Brasil, séis pasé por Salvador. En la capital bahiana nunca probé una travesti, sí naturamente una treintena de mujeres bío, y las experiencias de buenas a muy buenas. Recuerdo en mi habitación del Sofitel un trío que viví con una rubia y una mulata, de los que quitan el hipo, que imagen frente al espejo del cuarto enculando a la morenita, mientras la rubia me lamía los huevos y el cachito de pene que no me cubría la camisinha, y además sin previo pago.
Sólo he tenido dos vivencias trans en aquel país, una en Río, que fué lamentable, cuando se cumplió la media hora, la tía nada implicada se me fué de la habitación a la francesa, dejándome un zurullo en el baño y un hedor a demonios; menos mal que el house keeping del Copacabana Palace está siempre disponible y es eficientísimo, faltaría con lo que uno paga en este hotel.
Otra sucedió en un motel de Maceió, fué una cita a ciegas, que salió redonda, la shemale muy por la labor me sacó dos polvazos, y porque ya no podía con el tercero, que si no hago triplete. Me gustó catar una trans de Alagoas.
Qué buenos tiempos, cuando no había crisis y el real estaba tan devaluado.
Y me dirán, usted es un turista sexual. Les respondo que sí, más bien trisexual, a mucha honra, que a Brasil no va uno a ver catedrales sino monumentos de carne y hueso, para eso nos quedamos en Burgos.
Autor: maciste
No soy amigo de visitar esos pisos en donde hay varias chicas ejerciendo, te recibe una alcahueta y cuando mejor estás ya te golpean la puerta avisándote de que el tema llega a su final. Pero mi calentura fisiológica me hizo detenerme en el portal de Eden Trans, en la zona de Cánovas de Valencia. Tenía cita en el dentista e iba con tiempo, así que bien podría mitigar esa calentura un ratito con la refrescante lengua de una dulce trans. Así que me decido, subo al lupanar, me recibe la empleada de turno, por cierto una travesti bastante simpática y atractiva, y tras guiarme a una sencilla pero confortable y limpia habitación, me enseña el catálogo de chicas disponibles. Estuve a punto de proponer como elegida a la misma lady que me atendía, pero al visionar la foto de una tal Rosana, raudamente ejercité la opción por este bellezón.
Al poco rato entra en el habitáculo un pedazo de shemale, alta, guapa, risueña, en tanga, con taconazos, y hablándome un meloso portuñol con claro acento bahiano (en Salvador de Bahía he estado seis veces, así que soy capaz de distinguir ese suave timbre de voz que sólo puede emitir una sabrosa minina bahiana). Tras las presentaciones que exigen los cánones de la cortesía, comenzamos a besarnos como dos enamorados en su primera cita. Aún noto la fragancia de su aliento, el frescor de su boca, el sabor de su saliva, el jugueteo de su lengua enredada con la mía en una pugna por antes acanzar la campanilla del otro. La profundidad de su beso me excitaba, con lo que mi falo empezó a crecer. Sólo me cubrían los boxers, ya a punto de dar de sí.
La garota percibe mi erección, y cual gatinha retozando se desliza por mi torso, hasta acoplarse en mis parte pudentas, y con mi pene asomando sobre el algodón de los calvin kleine. Noto ligeros golpecillos de su lengua sobre mi glande, hasta que su sensual boca comienza a succionar mi verga, tragándosela con fruiccón, como una niña fagotiza un chupa chups. Me chupaba maravillosamente, pero yo también deseaba corresponderla con idéntico trato, por lo que le desabrocho el sujetador, beso y mimo sus pezones, sendas cimas sobre dos voluptuosos y redondos montículos, y le arranco la braguita de un certero tirón, que oculta un precioso regalo, no muy grande, pero sí muy tentador a la vista, esponjoso al tacto y suculento al gusto. Me entrego a mamarle la polla, ella excitada gime, le aumenta paulatinamente el tamaño del pene, incluso expulsa algo de líquido preseminal, que primero cuelga de su puntita, y después de mi barbilla como un hilillo fino casi invisible.
Hacemos un 69, postura que me traslada a otra dimensión, que me permite dar y recibir placer al unísono, le como los testículos, que me saben a miel, restriego mi lengua en su peritoneo, y finalmente la deslizo hacia su ano, auténtico chocolate blanco. Estoy ya al límite.
Rosana se tumba en el lecho mirándome a los ojos, ella los tiene verdes, preciosos, son dos flamas ardientes que me observan y se clavan en mi mirada. Asciendo sobre ella, y coloco mi potente trabuco entre sus enormes senos. Me dedica una cubana mejor que la de cuaquier habanera, y a la vez me introduce su índex en mi ano, que a medida que lo recibe se dilata. Qué sensación más lujuriosa y placentera, sus cántaros apretando mi protuberancia masculina, mientras que con su tacto me acaricia el sieso. No puedo más y suelto un chorreón de leche que se derrama sobre esos monumentales pechos, salpicando su delicioso rostro, mientras me contorsiono con mueca de éxtasis.
Fabulosa experiencia, aunque algo corta, ora por el deseo y ardor que me embriagaba, ora porque ya llegaba tarde al dentista. Eso sí, os aseguro que llegué a mi cita médica relajado y sin mala leche. Me pregunto si la odontóloga al abrir mi cavidad bucal pudo o no percibir el olor de la polla de mi gustosa bahiana, quizás, pues me preguntó qué dentífrico utilizaba.
He estado una decena de veces en Brasil, séis pasé por Salvador. En la capital bahiana nunca probé una travesti, sí naturamente una treintena de mujeres bío, y las experiencias de buenas a muy buenas. Recuerdo en mi habitación del Sofitel un trío que viví con una rubia y una mulata, de los que quitan el hipo, que imagen frente al espejo del cuarto enculando a la morenita, mientras la rubia me lamía los huevos y el cachito de pene que no me cubría la camisinha, y además sin previo pago.
Sólo he tenido dos vivencias trans en aquel país, una en Río, que fué lamentable, cuando se cumplió la media hora, la tía nada implicada se me fué de la habitación a la francesa, dejándome un zurullo en el baño y un hedor a demonios; menos mal que el house keeping del Copacabana Palace está siempre disponible y es eficientísimo, faltaría con lo que uno paga en este hotel.
Otra sucedió en un motel de Maceió, fué una cita a ciegas, que salió redonda, la shemale muy por la labor me sacó dos polvazos, y porque ya no podía con el tercero, que si no hago triplete. Me gustó catar una trans de Alagoas.
Qué buenos tiempos, cuando no había crisis y el real estaba tan devaluado.
Y me dirán, usted es un turista sexual. Les respondo que sí, más bien trisexual, a mucha honra, que a Brasil no va uno a ver catedrales sino monumentos de carne y hueso, para eso nos quedamos en Burgos.
Added on November 29, 2016 at 12:00 am