RELATO TRAVESTI: Travesti V. Venezolana-Chilena. Primera noche en Málaga
Autor: Zogobri
Hola a todos, yo quiero contar una experiencia que fue solo el comienzo de bastantes (y espero que aún queden muchas, aunque ya no vivo allí) con una chica preciosa, se trata de una Venezolana-Chilena que está en Málaga, su nombre es V. y bueno, aunque no lo diga, seguro que si hay algún malagueño sabe de quién hablo.
Yo trabajaba por entonces en una zona de oficinas cerca del puerto en la que, al caer la noche, cambia totalmente de aspecto y se vuelve en la zona de club y chicas que hacen la calle. A diferencia de otros lugares, allí se mezclan tanto chicas como trav. El caso es que yo había visto varias veces a una preciosidad de rasgos hispanos y pelo largo, con un cuerpo increíble, aunque la solía ver con otra chica, tenía tal belleza que me hacía dudar que alguien tan bonita estuviera trabajando allí, porque la verdad, marcaba diferencia.
La recuerdo aquel día, era una noche calurosa de verano, a eso de las diez y se acababa de poner el sol, ella iba con un vestidito blanco que dejaba sus hombros al descubierto, muy morenos y que daban unas ganas enormes de acariciarlos. El vestido era bastante cortito, quedando como una minifalda, aunque sin ser excesiva.
Por esa época tenía 23 años y no me atrevía a abordarla por miedo a meter la pata y que se tratase de una chica que estaba esperando a alguien. El caso es que pasé como tres o cuatro veces a su lado hasta que ella me saludó (a esas horas aún pasa bastante gente por ahí que no está buscando contacto).
Me acuerdo perfectamente de la estúpida pregunta- “¿Qué haces?”, por suerte ella me contestó con un – “Trabajando” – que me facilitó todo, el caso es que nos dirigimos a mi coche y ella me indicó una zona un poco apartada a la que dirigirme. Os aseguro que ese viajecito lo recordaré toda mi vida, ella iba al lado, enseñando sus muslos perfectos que, y perdonad la cursilada, resaltaban con el blanco del vestido. Me cogió la mano y me la puso para que acariciara su muslo izquierdo, una piel suavísima. El escote me permitía verle prácticamente todos sus senos, por supuesto preciosos, grandes, pero no exagerados.
No recuerdo casi nada de aquella conversación salvo una pregunta que me hizo. – “¿Te gustan las sorpresas” – En ese momento, comprendí que era una trans, pero el hecho de que haga la pregunta ya os dará una idea de lo preciosa que es. El caso es que le dije que dependía de qué sorpresas, pero no le dije nada. Ella también calló hasta que llegamos al descampado (creo que ahora hay edificios allí) y me dijo que era una travesti. Le dije que era preciosa, que era la mujer más bonita que había visto en tiempo y eso la hizo reir.
El caso es que se desnudó y recuerdo que iba adoptando posturitas, segura de su belleza, tenía (perdón, tiene) un cuerpo precioso, algo ancha, pero muy femenina. Entonces se quitó las braguitas y le vi su miembro. La verdad, llamadme bicho raro, pero algo que se dice que es lo que nos define a los hombres, la polla, cuando la he visto en una trans bonita me ha parecido algo que no desentona nada, no la veo como algo masculino ni agresivo, sino una parte más de su belleza. Debió ver mi cara de lelo mirándo, porque se la veía contenta, me ayudó a desvestirme y comenzamos a acariciarnos.
Estaba excitadísimo y ella también se iba poniendo en forma, la acariciaba entera, sus pechos, su espalda, su pelo, su pene, su culo, le daba piquitos en sus labios... ufff!!! Comenzó a hacerme un francés, pero pese a la incomodidad de los coches, me apetecía penetrarla, así que me senté en el asiento del copiloto y ella se puso a horcajadas sobre mí. Iba sintiendo como me iba metiendo poco a poco y ella se meneaba suavemente de arriba abajo y en circulo. Notaba su polla presionando sobre mi estomago, era una sensación extraña, pero insisto, no desagradable. Yo le podía besar los pechos, pero cuando iba a acabar me quedé mirándole su cara, con sus ojazos morenos.
Finalmente estallé y ella siguió moviéndose conmigo dentro hasta que noté algo húmedo sobre mi. Si, era muy tonto, pero pregunté –“qué es esto”- y ella me dijo que llevaba más de siete días sin correrse y que a veces no podía aguantarse. No se, después de leer experiencias por aquí, no creo que fuera cierto, pero la verdad es que se lo agradecí en mi interior. La volví a llevar a donde estaba, recuerdo que en la vuelta fuimos a echar gasolina, yo deseaba que aquello durara lo más posible y ella en ningún momento (como ha continuado hasta hoy día) me ha hecho sentir que tenía prisa.
El caso es que la dejé donde estaba y quedamos para otro día ir a su piso. Por suerte ese fue mi primer día con ella, pero no el último.
Added on January 16, 2017 at 12:00 am