RELATO TRAVESTI: Carla Capriles, Experiencia con un policia en Buenos Aires.
Autor: Carla Capriles
Holassss
Hace un tiempo atrás conté esta experiencia en un foro de Buenos Aires, me pareció buena idea exponerlo en el foro de Taiaka. Claro que tuve que editar algunas palabras para que se entendieran. Que lo disfruten como yo lo hice al escribirla.
Bueno, esto comienza cuando todavía trabajaba en la calle, más propio dicho en la zona de Constitución. Donde había llegado por la invitación de una amiga en donde ya tenía su parada fija y era más fácil trabajar, en tiempos de los edictos policiales.
A la semana de haber llegado a Buenos Aires, tuve la mala suerte de caer en las manos de los pitufos (polis), y conocer por primera vez una cálida celda de calabozo donde estaría mis próximas 24 horas. Junto a una docena de traviesas que me miraban con desprecio y signo de interrogación, en su mayoría peruanas en esa época.
En vez de sentirme aterrada, más bien estaba experimentando cosas nuevas con lo cual traté de sacar ventajas de las mismas y empecé hacerme amiga de las travestis y de los polis que se encontraban en los diversos turnos.
Y es aquí donde conocí a un policía que estaba de turno, un morocho de ojos verdes, blanco y de buen físico, habrá estado rondando por los 24 años. Todas nos enamoramos de él, la verdad que era un adonis hecho realidad.
Las horas pasaban muy lentamente para algunas, mas no para mí ya que estaba tan interesada en aquel chico que mi mente trabajaba a full para ver la posibilidad de tener un encuentro, y cuando por fin pudimos salir ya tenía preparado en la mano un papelito con mi número de móvil, una palabra “llámame” y obviamente mi nombre.
Ansiosa espere la llamada del Adonis durante una semana, sin ningún resultado y cuando ya vi mis esperanzas truncadas empezó más bien mi desesperanza, hasta que a la tercera semana sonó el tan maltratado móvil gracias a las estampadas que le daba en el piso y que milagrosamente seguía funcionando.
Reconocí inmediatamente el timbre de su voz y sentí que el mundo dejaba de girar, trate de tranquilizarme porque cualquier palabra de más, bastaba para que todo se eche a perder.
Paso a buscarme en auto, al hotel donde vivía a muy altas horas de la noche, ya que no quería exponerse por su grado de ser policía y más por el hecho de ser un hombre que nunca había experimentado la compañía de una traviesa.
La verdad no sé cuál de los dos estaba más nervioso. El, por ser su primera vez o yo porque me atraía de una forma sobrenatural.
Me acuerdo que manejo cuadras y cuadras, tratando de salir de la zona que corría riesgo de ser visto, hasta que llegamos a un hotel de esos que entras con el auto directo a la habitación.
Entramos a la habitación y nos miramos frente a frente, me confeso que no sabía lo que hacía, pero que sentía una gran atracción hacia mí. Le costó tres semanas para decidirse hasta que no dudo más y me llamo.
Ambos estábamos temblando, hasta que reaccione y me dije a misma “tengo que llevar las riendas porque si no todo se va al carajo”. Quiero aclarar que en esa época de mi vida tenía muy poca experiencia en el rubro. Le acerque mis labios húmedos a los suyos, en un principio me volcó la cara y dejo en descubierto su cuello en donde aproveché y empecé a besarlo muy suavemente (era de mi estatura), sentía como se iba relajando y al mismo tiempo se iba poniendo duro su pene, lo sé, porque sentía su bulto pegado al mío.
Era invierno y en el momento que se sacó el abrigo, pude ver el uniforme de policía que tan varonil e inalcanzable lo hacía.
Dios parecía que tocaba el cielo con las manos.
Cuando reaccione de ver a aquel striptease ya estaba en la cama solo con unos bóxer y yo todavía vestida. Así que lentamente me fui sacando la blusa negra de encajes que llevaba puesto y los jeans ajustados, para quedarme solo en sujetadores, bragas y unas portaligas negras con encajes, todo de color negro. Arma fundamental para provocar seducción.
Me fui al borde de la cama donde estaban sus pies y me puse en cuatro patas para empezar a besarlo desde los pies en una manera ascendente pasando por sus piernas y deteniéndome a la altura del pene que formaba una montaña con el bóxer claramente visible. Cuidadosamente le saque los bóxer, vi su pene tremendamente duro húmedo de considerable tamaño, palpitando pidiendo a gritos que lo bese. Pero no me detuve ahí, seguí con mis besos ascendentes por el estómago y llegue por fin a las tetillas donde mi lengua empezó a jugar con ellas, provocándole mucho placer, más tranquilidad y seguridad a tal punto que me agarro de la cabeza y me empezó a dar desaforados besos profundos de lengua a tal extremo que sentía que me faltaba el aire.
Una vez calmados de ese momento de euforia, proseguí con los besos en el cuerpo, pero esta vez en forma descendente pasando por el estómago marcado de tanto gimnasio, hasta llegar a su pene que me esperaba con tanta impaciencia. Empecé a besarlo por la cabeza lentamente fui bajando por el tronco hasta llegar a la misma base, sentía como la punta del pene llegaba a mi garganta hasta que en un momento me dio principio de arqueada. Subía y bajaba mis labios por aquel tronco duro y sentía como se estremecía su cuerpo de placer. Cuando mi lengua jugaba con la punta del pene sentí una mano que recorría mi pierna más próxima a él, hasta llegar al culo, me hizo a un lado la braga y empezó a meterme un dedo lleno de saliva muy suavemente por el culo, sentía como me iba poniendo dura y en cuanto menos me di cuenta, ya tenía una importante erección en medio de mis piernas.
Muy tímidamente empezó a buscar la sorpresita que lo estaba aguardando (era su primera vez con una traviesa) y de uno a uno sus dedos se iban apoderando de mi sexo, hasta llegar agarrarla con toda la mano y empezó muy despacio a masturbarme mientras yo le hacía sexo oral.
En ese momento los dos estábamos en un estado hipnótico, hasta que me saco la braga y me empezó a besar el culito, sentía como su lengua jugaba con mi culo y sentía tanto placer que no decidí ser egoísta y también empecé a darle besos en el culo, se podría decir que estábamos en la famosa pose del 69. Los besos que le daba en esa parte del cuerpo le provocaba aun mayor excitación hasta que en un momento sentí como agarró mi sexo, lo llevo para atrás y de a poco se lo introdujo en la boca, por un momento se detuvo pero parece que le gusto y así estuvimos los dos intercambian los besos entre culo y pene según la conveniencia propia.
En un momento le dije que quería besarle el culo de forma diferente, pero que se pusiera de cuatro, que esa era la mejor posición para hacerlo, a la cual él no tuvo ningún problema, y fue así, le di prolongados besos de culo, hasta que fui metiendo un dedo mientas le besaba los huevos y así intercalaba hasta que le dije que quería follarlo, obviamente en un principio se negó rotundamente pero mi insistencia fue más, asegurándole que en el primer dolor que sentía íbamos a dejar todo. Y así fue, me puse el profiláctico mucho lubricante y empecé a penetrarlo de a poco a poco, teniendo cuidado de no causarle dolor alguno porque si no se pudría todo.
Jamás pensó que le iba entrar todo mi sexo sin mucho dolor, cuando menos lo pensó, yo ya estaba detrás y dentro de él, primero lento muy lentamente empecé a penetrarlo y después a ritmos muy acelerados que hacíamos golpear el somier a la pared y se escuchaban fuertes los golpes, sin perder tiempo lo puse boca arriba, almohada debajo del culo y empecé a follarlo mientras lo masturbaba.
Sentí que en cualquier momento se iba correrse y yo no pensaba perder la oportunidad de que me follara, así que me detuve y le dije, ahora te toca a vos. Me acosté boca arriba mientras él se ponía el profiláctico yo me acomodaba la almohada debajo del culito y me puse lubricante para recibir semejante trozo que hasta el día de hoy me acuerdo.
Muy despacio empezó a penetrarme y como buen aprendiz empezó a masturbarme mientas me follaba, sabía que no iba a durar mucho, ni yo tampoco y en menos de lo que pensé estaba retorciéndome de placer a la par de él, acabando los dos al mismo tiempo….No fue un orgasmo, fue un volcán en erupción, incontenible e incontinente.
Jejeje la verdad describirlo con palabras no alcanzan para semejante momento sublime.
Y ahí quedamos los dos, tendidos en la cama, mientras yo le acariciaba el cuerpo con las puntas de los dedos en forma de agradecimiento por tan buen momento que me hizo pasar al cual el retribuía de la misma manera.
Espero que les haya gustado
Besos
Holassss
Hace un tiempo atrás conté esta experiencia en un foro de Buenos Aires, me pareció buena idea exponerlo en el foro de Taiaka. Claro que tuve que editar algunas palabras para que se entendieran. Que lo disfruten como yo lo hice al escribirla.
Bueno, esto comienza cuando todavía trabajaba en la calle, más propio dicho en la zona de Constitución. Donde había llegado por la invitación de una amiga en donde ya tenía su parada fija y era más fácil trabajar, en tiempos de los edictos policiales.
A la semana de haber llegado a Buenos Aires, tuve la mala suerte de caer en las manos de los pitufos (polis), y conocer por primera vez una cálida celda de calabozo donde estaría mis próximas 24 horas. Junto a una docena de traviesas que me miraban con desprecio y signo de interrogación, en su mayoría peruanas en esa época.
En vez de sentirme aterrada, más bien estaba experimentando cosas nuevas con lo cual traté de sacar ventajas de las mismas y empecé hacerme amiga de las travestis y de los polis que se encontraban en los diversos turnos.
Y es aquí donde conocí a un policía que estaba de turno, un morocho de ojos verdes, blanco y de buen físico, habrá estado rondando por los 24 años. Todas nos enamoramos de él, la verdad que era un adonis hecho realidad.
Las horas pasaban muy lentamente para algunas, mas no para mí ya que estaba tan interesada en aquel chico que mi mente trabajaba a full para ver la posibilidad de tener un encuentro, y cuando por fin pudimos salir ya tenía preparado en la mano un papelito con mi número de móvil, una palabra “llámame” y obviamente mi nombre.
Ansiosa espere la llamada del Adonis durante una semana, sin ningún resultado y cuando ya vi mis esperanzas truncadas empezó más bien mi desesperanza, hasta que a la tercera semana sonó el tan maltratado móvil gracias a las estampadas que le daba en el piso y que milagrosamente seguía funcionando.
Reconocí inmediatamente el timbre de su voz y sentí que el mundo dejaba de girar, trate de tranquilizarme porque cualquier palabra de más, bastaba para que todo se eche a perder.
Paso a buscarme en auto, al hotel donde vivía a muy altas horas de la noche, ya que no quería exponerse por su grado de ser policía y más por el hecho de ser un hombre que nunca había experimentado la compañía de una traviesa.
La verdad no sé cuál de los dos estaba más nervioso. El, por ser su primera vez o yo porque me atraía de una forma sobrenatural.
Me acuerdo que manejo cuadras y cuadras, tratando de salir de la zona que corría riesgo de ser visto, hasta que llegamos a un hotel de esos que entras con el auto directo a la habitación.
Entramos a la habitación y nos miramos frente a frente, me confeso que no sabía lo que hacía, pero que sentía una gran atracción hacia mí. Le costó tres semanas para decidirse hasta que no dudo más y me llamo.
Ambos estábamos temblando, hasta que reaccione y me dije a misma “tengo que llevar las riendas porque si no todo se va al carajo”. Quiero aclarar que en esa época de mi vida tenía muy poca experiencia en el rubro. Le acerque mis labios húmedos a los suyos, en un principio me volcó la cara y dejo en descubierto su cuello en donde aproveché y empecé a besarlo muy suavemente (era de mi estatura), sentía como se iba relajando y al mismo tiempo se iba poniendo duro su pene, lo sé, porque sentía su bulto pegado al mío.
Era invierno y en el momento que se sacó el abrigo, pude ver el uniforme de policía que tan varonil e inalcanzable lo hacía.
Dios parecía que tocaba el cielo con las manos.
Cuando reaccione de ver a aquel striptease ya estaba en la cama solo con unos bóxer y yo todavía vestida. Así que lentamente me fui sacando la blusa negra de encajes que llevaba puesto y los jeans ajustados, para quedarme solo en sujetadores, bragas y unas portaligas negras con encajes, todo de color negro. Arma fundamental para provocar seducción.
Me fui al borde de la cama donde estaban sus pies y me puse en cuatro patas para empezar a besarlo desde los pies en una manera ascendente pasando por sus piernas y deteniéndome a la altura del pene que formaba una montaña con el bóxer claramente visible. Cuidadosamente le saque los bóxer, vi su pene tremendamente duro húmedo de considerable tamaño, palpitando pidiendo a gritos que lo bese. Pero no me detuve ahí, seguí con mis besos ascendentes por el estómago y llegue por fin a las tetillas donde mi lengua empezó a jugar con ellas, provocándole mucho placer, más tranquilidad y seguridad a tal punto que me agarro de la cabeza y me empezó a dar desaforados besos profundos de lengua a tal extremo que sentía que me faltaba el aire.
Una vez calmados de ese momento de euforia, proseguí con los besos en el cuerpo, pero esta vez en forma descendente pasando por el estómago marcado de tanto gimnasio, hasta llegar a su pene que me esperaba con tanta impaciencia. Empecé a besarlo por la cabeza lentamente fui bajando por el tronco hasta llegar a la misma base, sentía como la punta del pene llegaba a mi garganta hasta que en un momento me dio principio de arqueada. Subía y bajaba mis labios por aquel tronco duro y sentía como se estremecía su cuerpo de placer. Cuando mi lengua jugaba con la punta del pene sentí una mano que recorría mi pierna más próxima a él, hasta llegar al culo, me hizo a un lado la braga y empezó a meterme un dedo lleno de saliva muy suavemente por el culo, sentía como me iba poniendo dura y en cuanto menos me di cuenta, ya tenía una importante erección en medio de mis piernas.
Muy tímidamente empezó a buscar la sorpresita que lo estaba aguardando (era su primera vez con una traviesa) y de uno a uno sus dedos se iban apoderando de mi sexo, hasta llegar agarrarla con toda la mano y empezó muy despacio a masturbarme mientras yo le hacía sexo oral.
En ese momento los dos estábamos en un estado hipnótico, hasta que me saco la braga y me empezó a besar el culito, sentía como su lengua jugaba con mi culo y sentía tanto placer que no decidí ser egoísta y también empecé a darle besos en el culo, se podría decir que estábamos en la famosa pose del 69. Los besos que le daba en esa parte del cuerpo le provocaba aun mayor excitación hasta que en un momento sentí como agarró mi sexo, lo llevo para atrás y de a poco se lo introdujo en la boca, por un momento se detuvo pero parece que le gusto y así estuvimos los dos intercambian los besos entre culo y pene según la conveniencia propia.
En un momento le dije que quería besarle el culo de forma diferente, pero que se pusiera de cuatro, que esa era la mejor posición para hacerlo, a la cual él no tuvo ningún problema, y fue así, le di prolongados besos de culo, hasta que fui metiendo un dedo mientas le besaba los huevos y así intercalaba hasta que le dije que quería follarlo, obviamente en un principio se negó rotundamente pero mi insistencia fue más, asegurándole que en el primer dolor que sentía íbamos a dejar todo. Y así fue, me puse el profiláctico mucho lubricante y empecé a penetrarlo de a poco a poco, teniendo cuidado de no causarle dolor alguno porque si no se pudría todo.
Jamás pensó que le iba entrar todo mi sexo sin mucho dolor, cuando menos lo pensó, yo ya estaba detrás y dentro de él, primero lento muy lentamente empecé a penetrarlo y después a ritmos muy acelerados que hacíamos golpear el somier a la pared y se escuchaban fuertes los golpes, sin perder tiempo lo puse boca arriba, almohada debajo del culo y empecé a follarlo mientras lo masturbaba.
Sentí que en cualquier momento se iba correrse y yo no pensaba perder la oportunidad de que me follara, así que me detuve y le dije, ahora te toca a vos. Me acosté boca arriba mientras él se ponía el profiláctico yo me acomodaba la almohada debajo del culito y me puse lubricante para recibir semejante trozo que hasta el día de hoy me acuerdo.
Muy despacio empezó a penetrarme y como buen aprendiz empezó a masturbarme mientas me follaba, sabía que no iba a durar mucho, ni yo tampoco y en menos de lo que pensé estaba retorciéndome de placer a la par de él, acabando los dos al mismo tiempo….No fue un orgasmo, fue un volcán en erupción, incontenible e incontinente.
Jejeje la verdad describirlo con palabras no alcanzan para semejante momento sublime.
Y ahí quedamos los dos, tendidos en la cama, mientras yo le acariciaba el cuerpo con las puntas de los dedos en forma de agradecimiento por tan buen momento que me hizo pasar al cual el retribuía de la misma manera.
Espero que les haya gustado
Besos
Added on February 13, 2017 at 12:00 am